Dicen que las monas son las que más se divierten, que las castañas son las más fieles, de las pelinegras no dicen nada, y de las pelirrojas, en cambio, dicen más de lo que deberían.
Entre varias cosas, se encuentra el muy americano refrán de "Gingers have no soul", y aquí, bueno.. se nos discrimina de mujeres con la moral distraída, de como dice un comediante que hace estudios muy serios Ricardo Quevedo, "Son las más posibles de descubrir en el baño de un bar". Se rumora que las redheads son más picantes y atrevidas que el resto, que se divierten como una blondie pero son más elegantes y por lo general, si no les mira bien, parecerían casi casi una castaña, fiel y cumplida. (Pero sólo por fuera, sólo la fachada que todos ven.)
Las hay naturales, pintadas y wannabe.
Realmente, cada color viene con su propio tipo de hablar, su propio tic en los ojos y su propia manera de caminar.
Imponer una moda, expresar una idea, sentir un cambio que vaya acorde con nuestra madurez y nuestro propio crecimiento.
Razones hay miles, realmente lo que importa, es que no pretendo decir nada acá, más allá de sentir cierta pertenencia a este color de pelo, a ser una ginger sin alma, y así mismo, quiero despedirme.
No sé que color vendrá, Sabina sigue.
Pero viene en otra tonalidad, al fin y al cabo, ella jamás fue un blanco o un negro.
Y como dicen, en esta vida hay demasiadas tonalidades de grises.